El golazo de Alarcón en el epílogo del partido hizo explotar de alegría a Rancagua
Se gritó con el corazón en la mano y la piel de gallina. Muchos escondieron el celular o taparon la pantalla del computador para ver un partido relevante en un horario anormal y en medio de la jornada laboral.
Los niños corrieron a sus escritorios para ponerse delante de la tele y seguir con sus aburridas y poco prácticas clases online. Los grandes se pusieron los audífonos y en el minuto 82 saltaron de sus sillas para apretar el puño y mirar al cielo. La voragine consumista y sin sentido en el centro de la ciudad, se detuvo un instante para volverse en abrazos cargados de emoción y frenesí.
Fueron 9 meses de gestación para ver renacer a O¨Higgins, que en los últimos 12 puntos en disputa ha conseguido 7, una marca que ha la luz de los hechos comienza a transformarse en una proeza histórica, o en relato pretérito extraído de alguna mitología de gigantes con armas e papel.
Esta batalla continúa pues el fuego cruzado no cesa. Las trincheras celestes están ataviadas y armadas hasta los dientes. Es la única forma de enfrentar el infierno que se viene, donde sólo la unión hará la fuerza que empuje este carro desvalido y en rodaje.
No puedo dejar de pensar e los hinchas que humedecieron sus ojos con este triunfo agónico, tampoco en los que han mordido polvo por tanta mala decisión. Pero estoy seguro que todos tienen, el mismo hambre para derrotar la pobreza futbolística que nos llevó al descalabro deportivo.
Hay tiempo y resaldo divino, porque el negro Meléndez sigue vivo y presente. Gran capitán, espero que tu cumpleaños hay sido más feliz con estos tres puntos en el bolsillo.