Con alegría y sorpresa fueron recibidos los desayunos que brindaron los voluntarios de la unidad a usuarios que, venidos de distintos puntos de la región, esperaban para ser atendidos esta mañana otoñal en el hospital
“A este hospital llegan personas desde muy lejos para atenderse y en estos días en que las temperaturas han estado bajas, el que podamos ofrecerles un cafecito o un tecito caliente es un acto que dignifica la espera, empatiza y nos acerca” sostiene Silvia Miranda, encargada de la Unidad de Acompañamiento Espiritual del Hospital Regional del Libertador Bernardo O’Higgins (HRLBO), que desarrolla esta actividad desde hace tres años, de la mano de un voluntariado católico y evangélico, que recorren las instalaciones del establecimiento de salud, salas de espera, entregando desayunos de forma altruista y que según relata, la pandemia mantuvo en suspenso por razones preventivas, pero que hoy se reactiva.
Al respecto, el capellán católico del HRLBO, sacerdote Claudio Godoy, señala que, “este apostolado se vio congelado por temas sanitarios y hoy, gracias a la baja en las cifras de contagio por Covid-19 y la alta vacunación de la comunidad, podemos retomarlo para servir y/o estar para los demás. Siento en eso, un gran agradecimiento por la buena recepción, pero además por la buena voluntad de quienes son partícipes. No solo se trata de entregar un café, unas galletas, sino de abrir el espacio para conversar, porque muchos necesitan hacerlo”.
“Y es que acoger a los acompañantes y pacientes ad portas de su atención es nuestra vocación de servicio y nuestro objetivo principal como voluntariado y como hospital”, agrega Miranda avanzando por el primer nivel del hospital en dirección al servicio de Farmacia, mientras el capellán evangélico del hospital, pastor Mario Vergara resalta, “pasamos por rehabilitación, oncología, entre otros lugares más, muy contentos con el voluntariado evangélico, de poder entregar un momento de cariño para quienes están esperando y ya estamos cumpliendo tres meses haciéndolo en coordinación con el grupo católico, dos veces por semana. Antes de la pandemia, podíamos recorrer el primer y segundo nivel, pero hoy el escenario es diferente, teniendo que desarrollar la labor en este primer piso solamente, aunque con esperanza de aumentar nuestro servicio en poco tiempo más si seguimos siendo cautelosos en lo sanitario”.
Para Tomás, usuario del HRLBO, quien llegara desde San Fernando junto a su madre, la iniciativa fue una sorpresa muy agradable, “me gustó que nos regalonearan de esta forma, se agradece harto que ayuden a la gente así, sobre todo cuando hace tanto frío”. Gabriela en tanto, manifiesta finalmente, “a esta hora es bienvenido un tecito. Vengo de La Esmeralda, Rengo y pienso que es muy bueno que a una la reciban así”.