La reciente semana no fue una para destacar en el Congreso. Habitualmente, si bien hay críticas a la labor parlamentaria, varias de ellas son infundadas: hay dedicación, compromiso y trabajo por gran parte de nuestros representantes
Sin embargo, hay momentos donde uno queda con serias dudas sobre las reales preocupaciones de nuestros congresistas. A la ya dilatada reforma de pensiones, con idas y vueltas, recriminaciones cruzadas y obstrucciones permanentes, por cerca de 10 años, se le suman otros hechos de connotación evidentemente más farandulera, pero que acaparan portadas y el entendible repudio ciudadano.
Es el caso, en primer lugar, de la inentendible idea de algunos parlamentarios oficialistas, liderados por los socialista Leiva y Soto, de eliminar la multa a quienes no voten en las futuras elecciones. Esta propuesta transforma tácitamente todo proceso electoral en voluntario, al no haber sanción para los que se abstengan de participar. Si se espera con ello obtener una ganancia electoral (bastante simplona y cortoplacista), sirviéndose para ello de la apatía electoral, el diagnóstico es evidentemente erróneo, y confirma la desconexión que tanto se le critica al parlamento.
Quienes se abstienen, en la mayoría de los casos no tienen color político. Cuando el sufragio era obligatorio con inscripción voluntaria, simplemente no se inscribían; luego con el voto voluntario, se abstenían y hoy con sufragio obligatorio e inscripción automática, votan generalmente rechazando u oponiéndose al establishment y sus varios compromisos inconclusos, confirmado con la reciente poco afortunada frase de la alcaldesa Matthei “prometan nomás, prometan”.
Pero aquella semana mediáticamente negra, continuó con la cruzada del diputado frenteamplista Jorge Brito, respecto de los peces sintientes, planteando reformas a la nueva Ley de Pesca. ¿Es qué no bastó con tener que eliminar la ex mal habida ley? O, que tres parlamentarios de Chile Vamos decidieran -cuáles voceros gremiales- hacer “copy-paste” de lo planteado por la Sonapesca y proponerlas como indicaciones al proyecto de ley; para que además se tenga que discutir en la Cámara Baja, la habilidad de ciertos peces hasta para jugar fútbol, como se llegó a plantear.
Finalmente, la semana cerró con el rechazo de dos diputados de extrema derecha, al ingreso de la hija de una parlamentaria al salón plenario, obligando a la menor a quedarse en los pasillos del Congreso, la insensibilidad de algunos es otro ejemplo de la mala reputación que acompaña su relevante labor. Hechos como estos, desacreditan el trabajo y la dedicación por la que nuestro parlamento debiera destacar.
Felipe Vergara Maldonado
Analista político
Universidad Andrés Bello