Con el aumento de las temperaturas y la radiación UV, los expertos recomiendan jerarquizar los cosméticos faciales. Una rutina sencilla -pero bien ejecutada- puede ser la diferencia entre una piel sana y problemas dermatológicos en el futuro
Apenas comienza diciembre, las consultas dermatológicas aumentan. Y no es para tomarlo a la ligera: de acuerdo al Ministerio de Salud, cada verano aumentan las lesiones por sobreexposición al sol y el cáncer a la piel sigue siendo uno de los de mayor crecimiento en el país. En ese sentido, hablar de skincare no es una moda, sino un asunto de salud pública.
“El verano exige una rutina más consciente. La piel cambia con el calor, el sudor y la mayor exposición al sol, y nuestra rutina debe adaptarse”, explica Ma. Soledad Velásquez, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada. La especialista insiste en que no se trata de comprar más productos, sino de usarlos en el orden correcto para obtener resultados reales.
¿Qué productos necesito?
Aunque el mercado ofrece un abanico abrumador, los expertos coinciden en que existe un mínimo suficiente para el cuidado de la piel en verano: una limpieza suave, preferiblemente en gel o espuma, para eliminar sudor, protector solar y polución; un tónico para equilibrar el pH y preparar la piel para absorber mejor los tratamientos; un tratamiento específico, como antioxidantes (entre ellos vitamina C) para mejorar la luminosidad y prevenir el daño oxidativo; una crema hidratante para prevenir la pérdida de agua que se agudiza con el calor; y el protector solar, el paso más importante, especialmente en Chile, donde la radiación UV es extrema en verano.
Velásquez explica que el punto de partida es siempre el mismo: limpieza suave, hidratación adecuada y, sobre todo, fotoprotección diaria. “Sobre esa base, cada persona puede sumar activos como vitamina C o retinol, pero respetando horarios y orden para evitar molestias”, señala.
El orden sí importa (y mucho)
“Los productos más ligeros van primero y los más densos al final. Así de simple”, recalca la farmacéutica. Saltarse pasos puede disminuir la efectividad de los activos o incluso generar irritación, sobre todo en pieles sensibles durante los días de mayor calor.
En las mañanas, tras limpiar el rostro, es habitual incorporar vitamina C, ya sea en su forma pura (ácido ascórbico) o en derivados más estables. Velásquez comenta que este antioxidante funciona como una capa de defensa frente al daño ambiental y la radiación UV. Por eso, se recomienda aplicarlo antes de la crema hidratante y siempre bajo el protector solar. El resultado suele ser una piel más luminosa y pareja, especialmente con uso sostenido durante varias semanas.
En la noche, el orden es similar, sin el protector solar, pero con mayor hincapié en hidratación y reparación, especialmente si hubo exposición prolongada. Aquí el protagonista suele ser el retinol, un derivado de la vitamina A que apoya la renovación celular. Velásquez enfatiza que este ingrediente debe introducirse de manera gradual: “Se aplica después de la limpieza, sobre la piel completamente seca, y antes de una crema reparadora. Su uso nocturno es clave, porque la luz solar puede desactivarlo y aumentar el riesgo de irritación”. Además, recuerda que no debe combinarse con ácidos fuertes en la misma noche, como glicólico o láctico, para evitar sensibilizaciones.
Otros ingredientes, como el ácido hialurónico, funcionan como un comodín. Puede usarse de día o de noche y se aplica después de los sueros más concentrados y antes de la crema hidratante, ayudando a retener la humedad. Algo similar ocurre con la niacinamida, que es versátil y suave, se integra fácilmente tanto en la mañana como en la noche, idealmente después de la limpieza y antes del hidratante.
La experta recalca que el protector solar es inamovible. Debe ser el último paso de la rutina matutina y reaplicarse durante el día cuando se está al aire libre. “Muchos de los activos que hoy están de moda -como la vitamina C- funcionan mejor y son más seguros cuando van acompañados de una buena fotoprotección. Su efectividad depende en gran parte de eso”, afirma.
Preparar la piel: prevención antes que corrección
La profesional hace hincapié en que una buena rutina no solo embellece, sino -aún más importante- previene enfermedades. De hecho, el Instituto de Salud Pública (ISP) ha advertido que la automedicación de productos despigmentantes o exfoliantes fuertes ha aumentado en los últimos años, lo que puede agravar manchas o quemaduras. Por eso, su recomendación es clara; “se debe optar por principios activos seguros- como antioxidantes, ácido hialurónico o niacinamida-, adquirirlos en lugares autorizados (que no incluyen las ferias o el comercio ambulante) y evitar tratamientos agresivos sin supervisión profesional”.
Además, el cuidado integral potencia el resultado de la rutina de skincare. Dormir bien, mantener una hidratación adecuada, usar sombrero, buscar sombra en horarios críticos y reaplicar el protector solar cada dos horas son prácticas básicas con impacto comprobado. “El mejor producto es el que se usa de forma constante y responsable”, señala la farmacéutica.
En tiempos donde el skincare es tendencia, Velásquez invita a volver a lo esencial; “No se trata de seguir rutinas perfectas, sino de entender que la piel es un órgano que necesita protección diaria. En verano, eso es más urgente que nunca”.
Una rutina simple, bien aplicada y basada en información confiable puede convertirse en una herramienta poderosa para enfrentar el sol sin riesgos. Porque disfrutar el verano es maravilloso, pero hacerlo con salud es aún mejor.






