¿Sabía usted que Chile es líder en la región en cuanto a caries no tratadas?
Tal como lee. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), somos un país con una mala salud dental. Esto se explicaría en parte, y según los expertos, por la cobertura deficitaria para la atención odontológica para adultos en la salud pública -ya que hoy los programas están enfocados en niños, mujeres embarazadas y personas mayores-y los altos costos que estas atenciones tienen en el mundo privado.
No obstante, otras de las razones -que va más allá de los hábitos de cuidado y limpieza o de la cobertura existente- es el desconocimiento de aquellos elementos o productos que pueden afectar a nuestros dientes y la salud oral en general. Sorprendentemente, uno de ellos son algunos medicamentos.
Por ejemplo, algunos jarabes o medicamentos infantiles suelen añadirles azúcar, para mejorar su sabor. En estos casos, la higiene se debe extremar aún más, incrementando las veces del lavado, para que los azúcares no permanezcan en la cavidad bucal, lo que incrementa el riesgo de caries. Asimismo, algunos diuréticos, antidepresivos, antihistamínicos y relajantes musculares pueden afectar la regulación de las glándulas salivales y provocar sequedad bucal, lo que aumenta el riesgo de desarrollar caries, hipersensibilidad dental y halitosis.
También algunos anticonvulsivos, esteroides y antidepresivos pueden ser responsables de una baja densidad ósea, pudiendo afectar los maxilares. Este es uno de los factores que contribuye a la enfermedad periodontal, una infección grave de las encías que daña el tejido blando alrededor de los dientes. Mientras que algunos antiinflamatorios y analgésicos podrían producir necrólisis epidérmica tóxica, una reacción severa a los mismos que puede causar lesiones en las mucosas. Por su parte, la aspirina y otros anticoagulantes pueden aumentar el sangrado bucal, en caso de gingivitis o después de intervenciones quirúrgicas dentales.
El listado sigue, pero no puede hacerlo nuestro desconocimiento de factores externos, como algunos fármacos, en nuestra salud dental. Por lo mismo, si nos encontramos en estos casos, no sólo debemos avisar a nuestro dentista para que nos oriente sobre si es posible contrarrestar los efectos de estos medicamentos, sino que también potenciar una buena rutina de higiene bucal, donde incluimos un buen cepillado y técnicas de higiene interproximal, como el hilo dental y el enjuague bucal.
Parte de la responsabilidad del personal sanitario involucrado es educar a los pacientes y entregar la orientación necesaria para minimizar los efectos que medicamentos tan conocidos y utilizados puede provocar en la boca y dientes. Considerando los antecedentes expuestos, una vez más la prevención es la mejor receta para mantener nuestra salud dental.