Hace 26 años atrás, un mítico personaje irrumpió en la escena nacional, para explicar a Chile y el mundo, que la telefonía celular ya no era solo beneficio de las elites económicas, sino que también comenzaba a ser parte de la clase obrera
En el spot, grabado dentro de un ascensor, un humilde trabajador contesta una llamada entre conspicuas personas y dice, «aló Faúndez, ingeniería electrónica e instalaciones varias, buenas tardes». Ese quiebre social exhibido en todos los televisores del país, provocó una alteración relevante en forma que accedimos a un bien, hasta ese momento, inalcanzable.
Y así, tal como la narrativa de esta historia pasada, irrumpió el sábado frente a Coquimbo, un joven renguino formado en las huestes del Monasterio Celeste. Sin previo aviso, se puso la «3» del más grande (Mario Mauro Meléndez) y saltó al costado derecho de O’Higgins. Cruce ineludible con los hinchas de la Andes, nada de relajados y exigentes con quien defiende por ahí.
Sin embargo, transcurridos los minutos, Felipe Faúndez (18 años), mutó de los nervios normales del debut, a la pachorra de aquellos que aman, sin plata de por medio, esta camiseta. Jugó, corrió, trancó, ordenó la zona e incluso se dio maña para lanzar un par de centros que pudieron terminar en la red.
Con Felipe en el once, el equipo de Víctor Fuentes encontró orden y sacó a relucir el deseo extinto de triunfo, pero al frente había un rival bien conformado (Coquimbo) y sistematizado, que conoce sus virtudes y esconde muy bien las debilidades. Fue un cotejo disputado y entretenido, en el cual las diferencias de la tabla de posiciones, fueron casi invisibles.
En el corolario, cuando los locales lanzaban pelotas aéreas al arco del «Mono» Sánchez, el público se puso de pie para aplaudir al lateral Felipe Faúndez por la labor desplegada.
Un pelotero de peto rojo emocionado, salta al campo tras el pitazo final y las lágrimas inundan los ojos del incipiente profesional. Son varios los que se únen al cariño del «cabro esforzado» que le ganó al tiempo y los obstàculos; que debió alistarse para suplir los experimentados que no dieron el ancho y que trastornó su destino para escribir el futuro promisorio que te espera
¿Aló, Felipe?, anda y corre con convicción, porque Faúndez te espera. Éxito!!!!!