Esta pandemia de coronavirus se ajusta con precisión a la definición real de un dilema
Un dilema es algo inevitable, trágico y moralmente irresoluble, y eso es fundamental, pues a veces confundimos la posibilidad práctica de resolverlo, de tomar una decisión, con el hecho de que se resuelva éticamente, como con quien puede vivir, si faltan respiradores, por ejemplo.
También tenemos que pensar que el coronavirus no es un hecho, es un acontecimiento. Un acontecimiento se distingue de un hecho porque no admite una sola visión, no es algo que pasa y ya: es inasible, se transforma y nos transforma. Es algo que excede nuestras capacidades interpretativas y él mismo va cambiando lo que es y el mundo en el que habita.
¿Es válido cuestionarse si esto tiene sentido o el sentido se lo damos con nuestra manera de enfrentarlo? ¿Qué vale la pena conservar de lo que había y qué vale la pena construir?
Y con este último punto podemos pensar, que hay que aceptar vivir en incertidumbre y ambivalencia y que eso no es malo. Que esta realidad se nos vino encima a todos, no podemos escapar de ella, pero si podemos decidir nosotros como enfrentarla, el sentido de nuestros pasos, como darlos y donde queremos llegar y así, en ves de pensar, los que hacen cuarentena, que están encerrados y viviendo una desgracia con miedo, soledad y aburrimiento, pueden ver que sí, se pueden sentir así realmente, pero también pueden sentir que están protegidos, hay oportunidad de revisar los cambios que queremos hacer en nuestra vida y en el mundo, se puede estudiar y también conocerse más a uno mismo y desarrollar nuestra creatividad.
En los casos de trabajadores de la salud, se tiene derecho a sentir miedo, cansancio, que el trabajo es un gran y arduo problema, pero también que se salvan vidas, que se está en un lugar y un momento muy importante y es tan valiosa su tarea que muchos la aplauden, porque no la pueden realizar ellos mismos y la valoran enormemente.
No podemos cambiar el que estamos en pandemia, pero si podemos decidir cómo enfrentarla, con respeto y amor a uno mismo y a todos quienes nos rodean.
Salud mental
Nos podemos sentir así, como el dr. Peter Ratcliffe, médico británico, ganador del premio Nobel de medicina en octubre 2019, que dice que en tantos años dedicados a la ciencia, jamás se imaginó lo que está ocurriendo hoy en el mundo y que lo hace sentir triste, frustrado y por sobre todo preocupado y que valora, por sobretodo la verdad y dice que frente a la ansiedad que el coronavirus genera en muchas personas, tenemos que pensar que la gente entiende la verdad cuando se le dice con claridad y cuidado.
Desear que se acabe el problema, no vasta para que se acabe.
En estos momentos tenemos que poder sobrellevar las noticias malas y un nivel de incertidumbre, no exigir ni exigirnos certezas, porque si así lo hacemos, es muy fácil equivocarnos.
No sabemos cuándo terminará esto y lo más seguro para la población es la cuarentena y para quienes tienen que salir, el distanciamiento social, el uso de mascarilla y el lavado de manos.
En el mundo, la mayor parte de los estadistas han evaluado mal este problema y, aun así, no tiene sentido desgastarse en buscar culpables, sino qué hay que seguir adelante y cuidarnos de no repetir errores que ya se han tomado o apurarnos en cometer nuevos fallos. Por esto es necesario ser honesto con nosotros mismos y el resto y no hacer declaraciones asegurando verdades que todos ignoramos.