Digna de una novela cebollenta de los `80, así fue la trama poco elegante que armó la Delegación Presidencial, O’Higgins, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional y Universidad de Chile
Todo empezó cuando una conspicua autoridad pública designada y sin sustento en la ciudadanía, tuvo la «brillante» idea de comunicar en redes sociales, un hilo de twitter, donde dejaba al descubierto que la decisión de excluir a los hinchas de la «U» en el próximo partido en Rancagua, era voluntad sólida y absoluta de los directivos «Celestes».
Sus fundamentos giraron en la total disposición para llevar a cabo el evento, ello considerando que existía el contingente policial para resguardar de buena forma a los asistentes, incluso a aquellos imbéciles sin neuronas que se creen más protagonistas que el fútbol mismo.
Sentadas esas bases, los espectadores pasamos a presenciar, en primera fila, el desarrollo del triste espectáculo:
Escena 1:
O’Higgins señala que no habrá venta de entradas para la fanitacada de la «U».
Escena 2:
Delegación Presidencial saca un comunicado y dice que todo está en orden para jugar con los aforos de ambos equipos y que eso fue informado a O’Higgins.
Escena 3:
Universidad de Chile comenta en redes sociales que denunciarán al local ante los tribunales de la ANFP.
Escena 4:
La Asociación Nacional de Fútbol se refiere al caso y obliga, vía norma vigente, a que el local deje disponible boletos al visitante.
Escena 5:
O’Higgins mantiene su posición y no da su brazo a torcer y confirma que no habrán hinchas de la «U» en El Teniente.
Escena 6:
El Delegado Presidencial, ¿cómo se llama?, a verdad que solo lo conoce el 0,3 de la población, según una encuesta de la Universidad de O’Higgins, dijo que no estaban dadas las condiciones por los incendios en el sur. O sea, ahora que ha bajado la emergencia y en dos días, desapareció la dotación policial.
Cualquiera que lea estas palabras, a quienes agradezco, por cierto, se dará cuenta que aquí hay respuesta tontas, mentiras por doquier e inconsecuencias que ya son pan de cada día. El problema es que muchos las normalizan, pero en estas columnas no pasan inadvertidas.