Hilvanar líneas de análisis en medio de la decepción futbolística, es complejo y casi una tarea imposible, sobre todo cuando muchas veces en este deporte, la pasión supera a la razón
l calvario del mal juego y los drásticos cambios de esquema, han sido un dolor de cabeza en Rancagua.
Cuando Colo Colo empató como visitante en El Teniente, todos y todas presagiaron el triste final. Muy pocos apostaron al triunfo en Santiago y ni el técnico “Celeste” lo hizo, hecho constatado por la forma en que enfrentó el cotejo.
Pues bien, más allá de las almas vociferantes y populistas que exigen el tercer proceso en el año en curso, creo pertinente aquietar las aguas y volver a los orígenes del plan directivo, que es y ha sido, con plenos fracasos, estar en una copa internacional.
Para conjugar el éxito temporal y las decisiones correctas, es menester sumar refuerzos complementarios a una planilla gruesa, pero que no dio el ancho en el torneo.
Resta la mitad del 2024 para enderezar el camino, limpiar y quitar la basura, generar arrojo para construir cambios y dotar de herramientas sólidas que guíen al objetivo inmaculado.
El anhelo no se transa, tampoco se extinguen los sueños, pero nada en la vida es gratis y el trabajo disciplinado es el único vehículo que transporta a la satisfacción. Hay harto que bregar y refregar dentro del Monasterio Celeste. Harto que expresar y expulsar de la institución porque aún están desesperadamente en deuda.