¿Le ha pasado que no entiende lo que dice la receta o no le quedaron claras las indicaciones del tratamiento? Esto es frecuente y, generalmente, es el químico farmacéutico quien le ayuda con las indicaciones, pero, ¿se ha preguntado si es correcto tomar sus medicamentos en ayunas o durante el desayuno? ¿Si puede ingerirlos con agua, té o café? ¿Si debe tomarlos juntos o distribuirlos durante el día?
Es aquí donde la figura del químico farmacéutico cobra vital relevancia. Por décadas, hemos sido el primer asesor de salud, el consejero frente a los malestares y el educador de cómo se deben seguir los tratamientos. Sin embargo, esta labor crucial para los pacientes, muchas veces se desaprovecha por falta de conocimiento.
En este sentido, una persona que debe tomar más de un medicamento (polifarmacia) podrá evitar interacciones entre ellos si sabe cómo y cuándo consumirlos, previniendo consecuencias severas por reacciones adversas. Asimismo, si alguien presenta alguna dolencia leve o puntual, puede tener la orientación necesaria para acceder a un medicamento que lo alivie y en las dosis adecuadas, impidiendo efectos secundarios. Según el Instituto de Medicina de Estados Unidos, los errores de medicación generan casi 100 mil muertes al año. Sumado a esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que dentro de los países OCDE, el 15% del total de la actividad y el gasto hospitalario es resultado directo de eventos adversos, siendo uno de ellos los errores en el uso de medicamentos.
Así, en el Día Mundial del Químico Farmacéutico, relevamos su aporte más allá de los amplios conocimientos sobre fármacos -en las terapias que los involucran, sus usos, toxicidad, limitaciones y dosis de administración (posología)-, siendo los profesionales de la salud con mayor facilidad de acceso para quienes los requieran.
Estas atenciones benefician directamente a la sociedad, contribuyendo a la calidad de vida de los pacientes a través de la indicación farmacéutica, orientación y educación farmacéutica, la dispensación informada y el seguimiento del tratamiento farmacológico. La medicina actual no se reduce sólo a la atención de un especialista médico, sino a la participación de un equipo multidisciplinario que esté al servicio de las personas.