Qué emoción apreciar a este renovado O’Higgins. Cuando todos creían (me incluyo) que el barco se hundía en el mar “Celeste” y a los tripulantes les daba lo mismo, emergió un capitán que devolvió las fuerzas y el entusiasmo
Ni la lluvia, que por pasajes la tiraron con balde, fue obstáculo para detener el mejor fútbol como local de los rancagüinos. De proa a popa, en todo el ancho y largo del partido, los protagonistas fueron los dirigidos de Dalcio.
Hasta el cielo gris y encapotado expresó en lágrimas la alegría de ver cómo se doblegaba sin oposición al líder del torneo. Lo del sábado se transformó en la jornada que corona la despedida definitiva de “B” y el ingreso a las ligas mayores que buscan pasajes extranjeros.
Ilusiona y convence verlos progresar en la batalla que cambió sus metas y que consiguieron con justeza, sobre base de trabajo y gota gorda. Están aún a tiempo de revivir un pasado de gloria, que reconforta a los hinchas y mantiene en calma a una región que los apoya.
La victoria no es solo tres puntos en tabla, la victoria es la demostración empírica del deseo de superación, es un regalo para ustedes mismos y un reto que los empuja a la otra tarea, esa que está al alcance de la mano y solo depende el amor propio.