Cuando resistes los embates de la vida, entregas todo lo que tienes, luchas por tus convicciones y sales del campo de batalla con la frente en alto, es signo expresivo de un gran trabajo
Mas allá del resultado, que por cierto, no es deseado, ver defender los colores con gallardía y esfuerzo, generando solidaridad en el equipo, que se transmite con gestos inequívocos, el resumen no es el mal menor, sino más bien el orgullo de representar a la institución.
Estoy seguro que «Los 16» estuvieron en las gradas de la perla del norte. A pesar de la distancia terrenal, empujaron el carro del esfuerzo para evitar la derrota, que con dos hombres menos, era solo cosa de tiempo. Lo vi y sentí con sus enfervorizados gritos, empinando el bombo y sonriendo felices por alentar a su equipo donde quiera que vaya.
Nadie los olvida y «siempre estarán» porque cada 9 de febrero, los rancaguinos inundamos nuestros ojos y se perciben vidriosos al recordarlos. Por eso, venirse con las manos vacías desde Antofagasta, no puede ni debe obviar todo el sufrimiento vivido, ni menos relajar las almas ante la adversidad.
Es tiempo de balance y el torneo llega a su fin, no sin antes medir fuerzas ante Colo-Colo el fin de semana próximo, que ya desplegó y activo en el fútbol chileno su operación salvataje, si este miércoles esto no quedó en evidencia, que me parta un rayo.
Cuando es justo, es justo, felictaciones a O´Higgins por el pundonor y la verguenza deportiva, que no es característica prístina en otros clubes, pues, muchos ejercen presión en sus oscuras influencias para mantenerse en primera.