Un nuevo sendero futbolístico se inició este fin de semana. A pesar del poco tiempo distante, ya muchos echábamos de menos ver correr el balón por los césped de Chile
Sin embargo, el panorama para O’Higgins no era el más auspicioso, considerando que más de la mitad de elenco titular estaba fuera de la citación, sea por suspensión o lesión. Un escenario repleto de incertidumbres, que se sumó al esmirriado proceso de contrataciones, auguraba un final poco feliz en el estreno del torneo.
Pero como ha sido costumbre y con lo poco disponible, apareció Dalcio “Viejo Zorro” para derrumbar las pretensiones de Everton y terminar más cerca de la victoria que del agrío empate, porque cuando desmenuzamos el partido y analizamos fríamente las acciones, los “Celestes” perfectamente pudieron quedarse con las tres unidades.
En estas líneas no voy a destruir a Matías Sepúlveda, porque un penal lo pierde cualquiera, lo que preocupa del aún joven profesional, es el despliegue en cancha, su rendimiento lo aleja de aquella promesa virtuosa que no encuentra espacio para su consagración definitiva.
En el regreso a los noventa minutos, hubo dos lugares comunes irrepetibles. El primer tiempo todo para los viñamarinos, que pudieron estirar las cifras de no mediar el gran trabajo de Batalla y el segundo, nutrida fuerza y convicción visitante, que sacó a relucir el juego de conjunto sólido y expresivo, atildado con hombres relevantes en cada una de las fases.
El punto es consecuencia de un sistema conocido, que funciona más allá de los intérpretes y no requiere mayor tiempo de engranaje para sacar una difícil tarea adelante. Es menester adoptar todas las providencias que impidan se repita este momento, porque O’Higgins no posee plantel amplio para cobijar las ausencias constantes de sus principales figuras. La responsabilidad en el marco de su oficio es también una obligación para los integrantes de la institución.