Absolutamente impensado hace solo un tiempo atrás. Vivíamos la peor pesadilla y el thriller ya parecía tallado en piedra
Una nube negra posada en Rancagua oscureció varios meses la capital regional. No había sonrisas ni festejos, más bien existía pena, desazón, rabia e impotencia, pues, cada fecha del torneo de fútbol nacional era un suplicio y una verdadera aventura al abismo.
Pero de pronto ganó el apruebo, regresó la alegría y los abrazos. Proyectamos otra renovada hoja de ruta, donde el diseño del plan ya no estaría a cargo de personajes nefastos, que al final del día solo querían dinero y fama en pocos meses de trabajo. Se hizo la luz en medio de la pandemia que aún nos afecta y amenaza con rebrotar producto de nuestra propia irresponsabilidad.
A paso cansino pero seguro, el nuevo líder Dalcio, enderezó la disciplina, afiató los ánimos, construyó un mejor fútbol y convenció al plantel que a punta de trabajo, sudor y sangre escaparían de los potreros. Y así fue no más, aunque las matemáticas todavía digan lo contrario, lo cierto es que el escenario se ve favorable e inundado de otra ilusión que emerge desde la tierra y toca el cielo con las manos: una copa internacional.
Ingresar a las ligas mayores después de estar conectado a ventilador mecánico y con pronóstico reservado, sería el corolario de una temporada terrible, donde el tránsito a la muerte ya tenía fecha de vencimiento y donde nadie daba un centavo por la salvación. No pierdan esa unión que tanto costó obtener. Mantengan la calma y mente fría. Llegó la etapa de las definiciones y es aquí el lugar para sostener un rendimiento en alza, que puede llevar a O’Higgins hasta tierras lejanas.
Soñar es gratis y tenemos derecho a hacerlo después de tanto, tanto sufrimiento. Las vallas de a una por salto y ahora es Universidad de Concepción el rival a vencer y ¡como sea!, porque de local cuesta un mundo destrabar partidos accesibles en el papel.