
Los accidentes cerebrovasculares (ACV) son menos comunes que en humanos, pero representan una preocupación significativa para la salud de perros y gatos
Estos eventos ocurren cuando se interrumpe el flujo sanguíneo hacia el cerebro, lo que puede resultar en daño cerebral. Por ello, es esencial realizar una detección temprana para garantizar una atención adecuada y oportuna en nuestras mascotas.
Las principales causas suelen ser el resultado de otras enfermedades, como las cardiovasculares, que incluyen la cardiomiopatía, la insuficiencia cardíaca y trastornos de la coagulación. En perros de razas grandes, la enfermedad con mayor prevalencia asociada a accidentes cerebrovasculares es la cardiomiopatía dilatada, mientras que en gatos es la cardiomiopatía hipertrófica. Además, la hipertensión en ambas especies, que puede resultar de enfermedades renales o tiroideas, puede aumentar el riesgo de ACV.
Existen dos tipos de accidentes cerebrovasculares: el hemorrágico, que ocurre cuando un vaso sanguíneo se rompe y provoca sangrado en el cerebro; y el isquémico, que se presenta cuando un vaso sanguíneo que suministra sangre al cerebro se obstruye, como ocurre, por ejemplo, en el caso de un cóágulo. Aunque el isquémico es más frecuente en animales de compañía, aquel hemorrágico puede ser más grave. Ambos eventos causan daño encefálico y dar lugar a diversos síntomas neurológicos.
Dado que se trata de una condición grave que requiere atención veterinaria inmediata, los tutores de mascotas deben estar atentos a síntomas como la aparición aguda de convulsiones, caminatas en círculos, falta de equilibrio, incoordinación, debilidad o parálisis en un lado del cuerpo, e incluso cambios de comportamiento abruptos.
La intervención temprana es fundamental. Una historia clínica detallada, un examen físico completo y requisitos complementarios son importantes para llegar al diagnóstico. Algunas de las pruebas diagnósticas pueden incluir análisis sanguíneos, radiografías, ultrasonido e incluso resonancia magnética o tomografía computarizada para visualizar el cerebro y confirmar el diagnóstico.
El tratamiento de emergencia es crucial si se sospecha de un ACV. Esto incluye estabilizar al paciente con oxigenoterapia, terapia endovenosa, monitoreo constante de las funciones vitales y ajuste del tratamiento según sea necesario. Los pronósticos en perros y gatos varían según la gravedad del evento, la rapidez con que se recibe tratamiento y el estado de salud general de la mascota.
La prevención es fundamental para disminuir el riesgo de accidente cerebrovascular en perros y gatos. Se aconseja programar chequeos regulares con su veterinario de confianza para identificar enfermedades predisponentes y proporcionar un tratamiento oportuno y adecuado. Además, es importante mantener un peso saludable y seguir una alimentación equilibrada para promover el bienestar de la mascota.