Una buena alimentación y la actividad física permanente son las principales herramientas con la que cuentan padres y madres para prevenir el desarrollo de esta enfermedad
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud de 2017, la diabetes tiene un 10,2% de prevalencia en el país, calculando que más de dos millones de personas la padecen. No obstante, esto ha variado con los años, sobre todo posterior a la pandemia. En la última edición del Atlas Mundial de la Diabetes, desarrollado por la Federación Internacional de la Diabetes (FID), Chile estaría liderando la prevalencia en la región, a pesar de que a comienzos de los 2000 era el país con la menor de Sudamérica y el Caribe.
Los principales tipos de diabetes son las tipo 1 y tipo 2, siendo esta última la más común, representando entre el 85% y 90% de todos los casos, y relacionada directamente con factores de riesgo modificables como el sobrepeso, la actividad física y las dietas con alto contenido calórico, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y aún cuando esta enfermedad se tiende a asociar con personas adultas, las cifras son aún más alarmantes al hablar de la población infanto-juvenil. En un reciente estudio desarrollado por el Hospital Johns Hopkins Children’s Center de Estados Unidos, los casos de diabetes en niños habrían aumentado en casi un 80% durante la pandemia
“Desafortunadamente, los principales factores de este aumento son la obesidad y el sedentarismo. Nuestro país ostenta una de las más altas prevalencias de obesidad infantil en Latinoamérica, y supera el 26% de acuerdo al Mapa Nutricional de Junaeb de 2022. Esto nos enfrenta a un futuro poco alentador si no trabajamos en los factores preventivos y, aún más, si no detectamos, diagnosticamos y tratamos a tiempo esta enfermedad crónica en niños y adolescentes”, destaca Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.
Por esto, la profesional indica que los padres y madres deben estar atentos a las señales que entrega esta enfermedad, aunque éstas se presenten de forma muy leve en algunos casos. “En ambos tipos de diabetes los síntomas son similares: el aumento de la sed y el hambre, la fatiga, la micción frecuente, visión borrosa, el oscurecimiento de algunas áreas de la piel (principalmente, cuello, axilas y la ingle), infecciones frecuentes y la pérdida de peso (este último más frecuente en la diabetes tipo 1 que en la 2) son las principales señales que deben considerarse para consultar con el pediatra”, indica.
Para Galarce, “la detección temprana es clave, ya que el avance de la enfermedad puede generar importantes complicaciones en otros órganos como el corazón o riñones. Por esto, es recomendable consultar con el médico para realizar exámenes si el menor presenta síntomas, sobrepeso, obesidad o algún otro factor de riesgo de desarrollar esta patología”.
Prevención desde temprana edad
La diabetes tipo 1 se desarrolla por una predisposición genética, donde hay una destrucción de las células que producen insulina -que permite regular los niveles de azúcar en la sangre- y que tiende a manifestarse en dos momentos críticos de la infancia: entre los 4 y 7 años o entre los 10 y 14 años. Mientras que en la tipo 2 hay una resistencia a la insulina; vale decir, las células no responden adecuadamente a ésta, por factores externos, afectando la capacidad del cuerpo para regular, usar y procesar el azúcar. Por esto, la profesional subraya que la primera no se puede prevenir, a diferencia de la segunda que -a pesar de que tendría un componente genético- depende principalmente del estilo de vida del niño o adolescente.
“Sabemos que el sobrepeso es un factor importante para el desarrollo de esta condición. Cuanto más tejido graso tenga un niño alrededor del abdomen, más resistentes se vuelven las células de su cuerpo a la insulina. La alimentación también es fundamental, ya que entre más alimentos procesados y ultraprocesados, carnes rojas y bebidas azucaradas se consuma, más se elevan los riesgos”, recalca Galarce. La Clínica Mayo incluye otros factores de riesgo como el grupo étnico (siendo la raza negra, latinos e indígenas estadounidenses los que presentan más riesgos), el bajo peso al nacer o el nacimiento prematuro, la edad y el sexo dentro de estos factores. En este sentido, las mujeres adolescentes están más propensas a desarrollarlas que los hombres en edad infanto-juvenil.
Hoy la diabetes es un problema importante de salud pública, que viene aumentando en uno de los grupos etarios más vulnerables, como son niños y adolescentes. “Fomentar estilos de vida saludable, que incluya una alimentación balanceada y ejercicio físico de forma permanente, son las principales herramientas para evitar la aparición de esta patología, sobre todo en niños obesos o con antecedentes familiares”, finaliza la profesional.