En un papel chiquitito, la poetisa chilena Gabriela Mistral le escribió a su amada Doris Dana “Lo mejor no es comer avena, es comer Doris”. Con esa oración, Mistral le quería decir a Dana, a través de un poco sutil doble sentido, no sólo que la amaba, sino que la deseaba sexualmente
Las parejas románticas usan mucho el humor, pero la importancia de éste viene desde antes, al momento de seleccionar a una pareja romántica. Por ejemplo, el experimento de Elizabeth McGee y Mark Shevlin (2009) mostró que cuando se le presentaba a un grupo de personas la descripción de potenciales parejas, la evaluación de estas últimas como parejas románticas era más alta si se agregaba que tenían un gran sentido del humor. Probablemente, este fenómeno se deba a que existe una asociación estereotípica del sentido del humor, vale decir, a que asociamos el sentido del humor a otras características positivas, como ser más inteligente, más feliz, más positivo, etc. Así también, puede ser que nos parezcan atractivas las personas que nos hacen reír porque a través de esa conexión vemos similitud, un elemento central en las relaciones de pareja.
El humor también se usa como señal que muestra interés romántico. En un experimento, Treger y colegas (2013) hicieron que participantes de diferente sexo ordenados en parejas respondieran a diferentes preguntas. Un grupo de participantes debía realizar tareas cómicas (por ejemplo, inventar idiomas mientras jugaban a las adivinanzas), mientras el otro grupo realizaba las mismas tareas sin usar humor (sólo jugar a las adivinanzas). Aquellos en la condición cómica disfrutaban más las tareas, se sentían más cercanos al otro participante, manifestaron mayor interés romántico y percibieron mayor interés también por parte de la otra persona.
Ya en pareja, el usar el humor de manera positiva puede ayudar a resolver los conflictos de manera más sana y satisfactoria. En un estudio de Campbell y colegas (2008), se grabó a parejas discutiendo sobre un problema de su relación, observándose que cuando se usaba humor benigno y bien intencionado, se reportaba mayor cercanía y satisfacción con la solución del problema. En contraste, cuando se utilizaba humor agresivo (burlas o ridiculización), los participantes se sentían menos satisfechos con la resolución y con la relación en general. En línea con esto, el estudio de Gottman y colegas (1998) mostró que cuando las esposas usaban humor afiliativo y bien intencionado mientras hablaban de problemas con sus esposos, los niveles de estrés fisiológico de estos se reducían, facilitando la resolución de los conflictos. Por su parte, el estudio de Manne y coegas (2004) mostró que cuando los maridos de mujeres que estaban en tratamiento por cáncer usaban humor respecto a la enfermedad, ellas reportaban menor estrés relacionado con el tema.
El humor en la pareja se trata probablemente más de los pequeños momentos que de las grandes risotadas. Caird y Martin (2014) realizaron un estudio en el que las parejas registraban el uso del humor en su relación diariamente, observando que en los días en que uno usaba humor afiliativo, el otro reportaba una mayor satisfacción con la relación. Por otro lado, los días en que se usaba humor agresivo, la satisfacción disminuía. Otro estudio de Brody (2023) concluyó que compartir memes en una relación se asociaba también con una mayor satisfacción.
Con respecto al papelito de Gabriela Mistral, es interesante pensar en el rol del humor en la sexualidad en pareja. En un estudio muy interesante, Lomore y sus colegas (2024) preguntaron a personas en relaciones de al menos cuatro meses respecto al humor sexual en sus relaciones. A partir de las respuestas de los participantes, los investigadores identificaron seis formas principales en cómo las parejas usan el humor en el campo sexual, a saber:
- Bromas y rituales privados, algo así como códigos compartidos y chistes internos que refuerzan la conexión íntima. Por ejemplo, una persona contó que con su pareja tenían un apretón de mano específico para después de tener sexo.
- Humor físico, como expresiones sexuales cómicas o uso de partes del cuerpo para hacer reír. De manera muy artística, por ejemplo, la pareja de un participante usaba su pene como micrófono y cantaba durante el sexo oral.
- Manejo de momentos vergonzosos, o usar el humor para aliviar tensión. Por ejemplo, hacer chistes para hacer sentir a la pareja más cómoda al tratar experiencias nuevas, como juegos de rol.
- Iniciación de la actividad sexual, o el uso del humor para sugerir interacciones sexuales o nuevas experiencias.
- Juegos de palabras e insinuaciones, o el uso de lenguaje implícito sugerir. Un participante contó que cuando a veces cuando le preguntaba a su pareja que querría desayunar, ésta respondía “a ti”, acompañando con sugerentes movimientos con la lengua. Algo parecido a lo que le decía Mistral a Dana.
- Bromas afectuosas, o usar el humor y los chistes para reforzar la intimidad y expresar cariño dentro de la pareja durante el sexo.
Es interesante notar que la mayoría de los participantes percibía el humor sexual de manera positiva, ya que les servía para relajarse, fortalecer la conexión emocional, demostrar interés en el otro, manejar mejor los conflictos, sentirse más seguros en su relación o hablar más fácilmente sobre sexo.
En conclusión, el humor puede ser un lenguaje que sólo nosotros y nuestra pareja conocemos, uno que refuerza la intimidad y nos ayuda a vivir nuestra relación con una complicidad linda. El humor es un recordatorio de que el amor no es una emoción solemne, poética o lejana, sino que también es cotidiano y tangible. Quizás por eso incluso las palabras más simples, como las de Mistral a Dana, pueden contener en su juego un mundo entero de deseo, ternura y complicidad.






