Dedicados a la asepsia de estos espacios clínicos, su trabajo se distingue por una pulcritud y compromiso centrados en el bienestar de las personas, siendo uno de los pilares fundamentales para la institución
Realizando un “aseo concurrente o entre pacientes” como ellos mismos exponen, estos auxiliares de servicio, organizados por turnos, son los encargados de limpiar tanto muros, como pisos de los pabellones quirúrgicos del Hospital Dr. Franco Ravera Zunino (HFRZ), sanitizar los lugares luego de efectuarse alguna cirugía, preparando la zona clínica para recibir a quien deba ser intervenido, apoyando su higiene e incluso su traslado entre camillas de ser necesario.
“Todos los días hacemos esta misma labor, pero no todos los días son iguales. Las personas, sus condiciones físicas, y emocionales con que llegan cada jornada, hacen la gran diferencia”, expresó Sebastián Monsálvez, parte de este grupo de auxiliares del Hospital Dr. Franco Ravera. “Nuestro propósito en ese aspecto, aun cuando es mantener estos pabellones en impecable estado, implica una interacción con el equipo que opera y una comunicación sensible con cada paciente, muchas veces ellos nos confían cómo se sienten, y uno empatizando con sus historias, con lo que les pasa, los acompaña mientras los ayuda a estar aseados, o los moviliza cuando no tienen autonomía para eso”, agregó Monsálvez.
Con lo anterior, el auxiliar del HFRZ, destacó que “llevo 20 años desarrollándome aquí en este hospital. Primero recorrí otras unidades, pero como mi mamá fue funcionaria acá, siempre tuve curiosidad de aprender esta área y hacerme parte de ella. Me formé por más de dos años, para tener conocimientos amplios sobre estos sistemas de aseo. Soy un agradecido porque estoy donde quise, me gusta mi trabajo, saber que soy un aporte, más, si puedo ayudar a un paciente que realmente lo necesita”.
Camila Vidal por su parte, señaló que “soy orgullosamente auxiliar de pabellón. Me siento así, porque creo que somos indispensables, si nuestro trabajo no fuera hecho con la dedicación y responsabilidad que le entregamos, fácilmente pondríamos en riesgo a los equipos de salud y nuestros pacientes”. En esa línea Vidal subrayó que “llevo poco tiempo acá, un año aproximadamente, pero me ha significado un gran desafío. A veces, mis compañeros y yo, vemos personas que llegan en un estado dramático de salud, accidentados, amputados, que requieren ayuda rápida y solución, situaciones que nos afectan y que nos retan en lo humano, a hacer siempre nuestro aporte de una mejor forma”.
“Yo creo que nuestro trabajo va más allá de los pabellones y su prolijidad”, destacó el auxiliar de pabellón Juan Carlos Aránguiz, ahondando que “la importancia radica en que somos de alguna manera un apoyo humano, ya que, aunque sea por muy breve espacio, y si es posible, podemos conversar con el paciente, empatizar con su dolor, sostenerlo si su movilidad está reducida, ya sea en la preparación a su cirugía o después de la misma. Llevo 29 años cumpliendo funciones en el HFRZ, y es reconfortante escuchar un gracias de parte del paciente. Se necesita fortaleza emocional para asear los espacios y ser testigos del sufrimiento físico de quienes llegan. Me siento agradecido, porque esta función me hace valorar la vida de una manera distinta”.