Según cifras del Minsal, los egresos hospitalarios en Chile (públicos y privados) debido a trastornos mentales y lesiones autoinfligidas por año mostraron un aumento sostenido del año 2016 al 2019, de 29.941 a 36.604
Ante el Día mundial de la prevención del suicidio, el 10 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud propone como lema este año el “Crear esperanza a través de la acción”, con el fin de crear conciencia sobre la prevención del suicidio en todo el mundo a través de intervenciones efectivas. La falta de conciencia sigue siendo reconocida como una barrera para solicitar ayuda frente al riesgo suicida, en especial de parte de quienes sufren de trastorno de depresión o falta de control de impulsos, consumo abusivo de sustancias o hayan presentado ideación suicida anteriormente, entre otros, así nos señala, Ana María Valenzuela Trujillo, Docente carrera de Enfermería, Universidad Andrés Bello, Concepción.
Frente a la necesidad de crear conciencia, se recomienda que cada sector de la comunidad se proponga la tarea de planificar intervenciones efectivas, dirigida hacia 2 enfoques principalmente: la promoción de estilos de vida saludable o generadores de bienestar, y la disminución y/o detección precoz de aquellos factores de riesgo asociados al suicidio. Así, cada sector debiera analizar cómo podría dirigir intervenciones efectivas a ambos enfoques. Por ejemplo, en el sector laboral se recomienda un mayor esfuerzo en la mejora de condiciones y clima de trabajo (no es sólo hablar de Burnout); en el educacional, sostenedores, docentes y apoderados acogiendo las necesidades socio-emocionales tan particulares de las etapas infantil y adolescente (la prevención de bullying no es el único tema a abordar); en el de desarrollo social, alcanzar un mínimo estándar de calidad de vida. Aunque resulte más evidente la labor que tiene el sector salud, reconocido por la comunidad en general, debido al trabajo multidisciplinario desde la medicina, enfermería, psicología, entre otros, se recomienda aumentar los esfuerzos de la salud pública hacia intervenciones de promoción de salud, detección y prevención de trastornos de salud mental y atención prioritaria en las personas con factores de riesgo.
Finalmente, la misión que se propone aquí se vuelve más ambiciosa, sin embargo, no imposible: la de mirar la prevención del suicidio como una misión colectiva intersectorial de responsabilidad social.