El año 2016 el Instituto de Estadísticas de la Unesco elaboró un informe en el que señalaba que a nivel mundial faltarían alrededor de 44,4 millones de docentes, indicando que en determinadas áreas esta escasez tendría porcentajes muy, pero muy altos. En Chile, este problema ha sido relevado por Elige Educar, que, en su informe de 2021, proyectó un déficit de 33 mil docentes al 2030
Así lo señala Eliseo Lara Ordenes, Director Pedagogía en Educación Media, Universidad UNAB – Concepción.
Hoy, cuando la Inteligencia Artificial (IA) ha estado masificando sus potencialidades con textos, trabajos y hasta imágenes premiadas creadas artificialmente, todos hemos puesto la preocupación en qué pasará con la educación.
Partiendo por las trabas que podría significar a los sistemas educativos para la generación de movilidad social, al no reemplazar, simplemente, puestos de trabajos operativos básicos: La IA vendría a reemplazar puestos de trabajos profesionales como contadores o periodistas, como se ha visto en algunos ejercicios virtuales. Pero, más allá de estas aprensiones y reparos que podemos hacer, la mirada sobre lo que ocurre en la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes es más problemática.
Al observar el currículum escolar vemos que el ramo de Educación Tecnológica (Edutec) es uno de los que presenta mayor déficit en la educación secundaria, al punto que la prueba de conocimientos disciplinarios de la Evaluación Nacional Diagnóstica (END) de Edutec ya no se está generando. Esto porque hasta el año 2020 sólo 6 estudiantes a nivel nacional se presentaban a rendirla versus los más de 1700 estudiantes del área de inglés.
La pregunta es, ¿quiénes enseñan educación tecnológica en los colegios?, la respuesta es más sorprendente aún, los docentes de artes. Y, me perdonarán mis queridos y valorados colegas de las artes, pero su formación tiene poco o nada de relación con las tecnologías, ya que en su formación disciplinar no tienen siquiera ramos declarados en sus mallas curriculares al respecto.
Este problema acrecienta aún más el desafío de la tecnología en la educación, pues si ya vimos el deficitario manejo de las TICs durante la pandemia, de parte de un gran número de docentes, hoy estamos evidenciando que no tenemos ni siquiera la idoneidad profesional en las aulas en la asignatura tecnológica.
Esto, no sólo incrementa la brecha formativa, como evidencian estudios internacionales al respecto, sino que genera una desigualdad social que se expende al acceso, uso y manejo de las nuevas tecnologías, y ahora en el dominio de lo que se puede enseñar a hacer o no con la IA.
Es cierto que podríamos alegar que todos los ramos pueden enseñar IA, pero no es menos cierto, que la existencia de un ramo en específico de tecnología ayudaría a la formación de competencias adecuadas en el área, las mismas que tributarían al desarrollo de mejores aprendizajes en otras disciplinas.
El déficit de docentes idóneos hoy está afectando el principal dominio de los estudiantes del siglo XXI, y parece que poco importa. Necesitamos incentivar el desarrollo de la educación tecnológica no sólo pensando en el ámbito escolar, sino en el dominio profesional y el desarrollo de las ciencias.