El aumento de la oferta quirúrgica en hospitales públicos para 2023 en 1.000 cirugías para mujeres que sufren de incontinencia urinaria de esfuerzo fue uno de los principales anuncios entregados este 8 de marzo en el contexto del Día Internacional de la Mujer
Este es un problema que afecta a miles de mujeres en Chile y, según las cifras aportadas por el Gobierno, actualmente 2.279 mujeres están a la esperan acceder a una cirugía que las alivie en este sentido, así lo señala Sara Contreras Sandoval, directora de Enfermería, Unab sede Concepción.
La incontinencia urinaria es un problema que afecta la calidad de las mujeres en muchos ámbitos, desde la actividad física hasta el plano sexual. Se da principalmente en mujeres y su riesgo va en aumento de la edad, siendo en las mujeres postmenopáusicas donde alcanza su mayor incidencia. Cerca de 38% de las mujeres tienen algún tipo de incontinencia urinaria, con prevalencia de 15% para 18-24 años, a 46% para 60-64 años. La más frecuente es Incontinencia de orina de esfuerzo (IOE), luego la incontinencia de orina mixta (IOM) y en tercer lugar la incontinencia de orina de urgencia (IOU). Menos del 50% de las pacientes afectadas por esta condición o enfermedad buscan tratamiento a pesar de las diversas alternativas que existen para su manejo.
La incontinencia urinaria (IU) se puede definir como una condición en la que, en forma involuntaria, se escapa orina de la vejiga. Tiene algunos factores de riesgo definidos por la Asociación Internacional de Continencia, como edad (45-60 años), raza blanca y/o hispana, multiparidad (haber tenido más de dos partos vaginales), antecedente de partos traumáticos, obesidad, tabaquismo, cardiopatía e hipertensión en tratamiento con diuréticos, enfermedades del SNC (Parkinson, AVC, esclerosis múltiple), Enfermedades musculo-esqueléticas que supongan disminución de la movilidad, demencia, y, factores ocupacionales (trabajo que supongan grandes esfuerzos físicos, deportes de impacto, etc).
La IU de Esfuerzo, de define como pérdida involuntaria de orina coincidente con un aumento de la presión abdominal (Valsalva como al toser, reír, correr, etc.). Se produce porque durante el esfuerzo la presión vesical supera a la presión de uretral, que desciende de su correcta posición anatómica, por el fallo de mecanismos de sujeción, donde hay una deficiencia en la musculatura del piso pélvico.
Existen diversos tratamientos, desde la reeducación de la vejiga hasta la cirugía. Es importante destacar que existen tratamientos que no requieren cirugía, que corresponden a una reeducación del reconocer la micción, como cuando se les educa a los niños en usar el baño, se les llama técnicas conductuales. Otro tipo de tratamiento es con ejercicios para recuperar la tonicidad de los músculos del piso pélvico, encargados de mantener el esfínter funcionando, es la fisioterapia y rehabilitación del piso pélvico. Existen terapias farmacológicas, donde hay fármacos orales y algunos locales inyectables; y finalmente la cirugía, que muestra resultados a corto plazo (1 año) uniformemente buenos para prácticamente todos estos procedimientos quirúrgicos, con tasas de curación del orden del 80 a 95%. A pesar de ello, los seguimientos de largo plazo (5 años) muestran un deterioro en las tasas de curación, donde se estabilizarían en alrededor de 50%, en la mayoría de los tipos de cirugías.
De ahí la relevancia de que las mujeres puedan comunicar los síntomas urinarios y hacer una consulta precoz, que se visibilice sin vergüenza cualquier tipo de síntoma, desde las molestias urinarias, escapadas de orina eventuales y aumentos de las micciones nocturnas o sensación de mantener la vejiga llena, para que puedan optar a tratamientos adecuados.