Especialista en desarrollo cognitivo señala la importancia de la delimitación de tiempos de actividades, la generación de espacios de expresión y la actividad física para mantener la salud mental e integral de los más pequeños
Uno de los aspectos que caracteriza al mes de marzo es el regreso a clases y sea cual sea la edad de los niños o niñas, siempre es un desafío para las familias adaptarse a la rutina escolar luego de las vacaciones.
En el intento por promover una adaptación positiva al aprendizaje y el desarrollo escolar, la académica de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación UNAB y magíster en Desarrollo Cognitivo, Claudia Figueroa sugiere las siguientes estrategias para lograr una sana adaptación:
1. Incorporar los horarios de levantarse y acostarse de manera sistemática. La necesidad de descanso y tener que levantarse suele ser difícil al regreso de vacaciones, por lo que se sugiere acordar junto a los niños una rutina que les permita levantarse con tiempo para el inicio del día, pero también promover el descanso a partir de un horario que progresivamente los haga tener menos actividad hacia la hora de dormir.
2. Generar un horario visible que incorpore tiempo de descanso, comida, clases, tareas y esparcimiento. Cada una de estas actividades son necesarias para el desarrollo físico, emocional y cognitivo, por lo que no deben dejarse a un lado, tanto las demandas escolares como los espacios de descanso y recreación. El balance siempre estará dado por lograr cumplir los requerimientos escolares alternando con ello actividades que permitan descansar y entretenerse de al menos 30 minutos a 1 hora entre ellas.
3. Generar un espacio junto a los menores en que se relaten las experiencias, emociones y situaciones vivenciada por parte de ellos en el contexto diario. No todos los niños se ven motivados a contar verbalmente las experiencias, por lo que también pueden incluirse instancias de dibujo (dibujar lo mejor o lo peor del día, por ejemplo) y/o de juego (en que los muñecos pueden representar a los compañeros o profesores). Evitar ser directivos en el uso de preguntas, a veces es mejor abrir espacios de confianza para luego preguntar sobre los hechos.
4. La actividad física es fundamental para la salud emocional, el aprendizaje y el desarrollo de los niños y niñas. Si no hay posibilidad de al menos tener una vez por semana talleres de algún deporte, el salir al aire libre para caminar o andar en bicicleta, patines, etc. es fundamental para el buen estado del cuerpo y la salud emocional.
5. Dar preferencia a los horarios iniciales de la tarde para hacer tareas o trabajos pendientes. Siempre se recomienda que antes de empezar su ejecución, se converse con el niño o niña el “plan” de cómo se podría resolver, hacer, crear, etc. la actividad que se tiene por delante y solo luego de ello (habiendo aclarado los pasos) comenzar la realización. Ello no solo mejora las instancias de atención, sino que también la capacidad de inicio y final, algo muy importante a la hora de aprender.
6. Siempre es importante reforzar los esfuerzos, sin enmascarar las dificultades. Un niño o niña se da tempranamente cuenta cuando algo no le está resultando, por lo tanto, los adultos debiéramos ser capaces de darle “palabras” a lo que está sucediendo de manera positiva, como, por ejemplo: “veo tu esfuerzo por terminar esto que te está costando y me alegra mucho” o “qué difícil se veía eso en un momento, pero te enfocaste y lo terminaste”.