Fue una tarde de ensueño y que marcará para siempre el rumbo de aquellos que pocas veces vieron caer de rodillas, al más campeón de Chile
Ni el más celeste, de todos los que llevan ese color en las venas, pudo imaginar una jornada atiborrada de felicidad y extremas emociones.
Recoger esta historia y guardarla en el baúl de los buenos recuerdos, es menester y atingente a la fanaticada que una vez más respaldó estruendosamente en las gradas. El partido transitó por la comodidad y solidez inicial de los visitantes, hasta el éxtasis final de los rancagüinos, que levantaron sus manos al cielo para agradecer tamaña tarde de excesos.
La cantidad de público, los deseos de triunfo, el calor y el marcador desbalanceado, conformaron un panorama abundante y rico en nutrientes, donde los diabéticos consumieron a destajo los pasteles de la Tokio para endulzar sus paladares deportivos.
De jugar a jugar, hubo un tiempo para cada equipo. En el primero; Colo Colo mostró sus credenciales y se impuso con gol del agrandado “Chico” Thompson. En el segundo; O’Higgins sacó la vilipendiada retroexcavadora y azotó contra el suelo a los “Albos” que no pudieron despertar de la modorra dominguera.
Pero la expresión de fútbol, es sin duda lo más relevante. No hubo puntos bajos en la oncena del técnico de Muner. Los minutos del argentino Thaller fueron lo más oscuro, quizás provocado por su temprana lesión. Sin embargo, de ahí en más, la “Celeste” hizo gala de una sorpresiva solidez, demostrando actitud y solvencia para responder en los momentos de aflicción.
Emergieron figuras como Matías Larralde, un 5 a la antigua, que corre inteligentemente el campo y sabio en la distribución vertical del balón. Marín, dijo presente y la zurda coronada en gol, es el camino de uno que busca su opción. El “Tucu”, capitán-referente para sus compañeros y lunar molesto para el rival. En la zaga, brillaron los canteranos y no hubo mayores contratiempos para debilitar los ataques colocolinos.
En su resumen, se escribe un nuevo capítulo de gloria en el estadio El Teniente. Nadie sabe cómo terminará torneo, pero estoy seguro que nadie olvidará lo que ocurrió el pasado 29 de enero.