Destrabado, con justicia, el paro del fútbol nacional (ganaron por primera vez los buenos), se inicia el camino hacia un nuevo torneo que como todos los años, comienza con renovadas ilusiones
En el baúl de los recuerdos, dejaremos ese nefasto año 2020, que trajo hasta Rancagua a un chanta versero, que solo salió del club luego de llenarse los bolsillos con un turro enorme de billetes azules y anaranjados.
Pero para qué seguir con el dedo en la yaga si después del nefasto trasandino poeta y vende humo, emergió un técnico “piola”, quitado de bulla, mal genio al borde del campo de juego pero bonachón y experimentado para estrechar lazos de amistad entre el plantel.
Con el manejo de un tipo ducho en batallas humildes, logró levantar el rendimiento a zonas insospechadas y estuvo a punto de meterse en copas internacionales. Pero esta es una nueva historia, atrás quedó la conquista y el pololeo donde todo es amor, entrega y pasión.
Se abre una oportunidad para consolidar la relación, que obviamente tendrá altos y bajos, pero que debe traspasar las discusiones y diferencias. Es menester llegar a acuerdos, adoptar, decisiones en conjunto y estrechar lazos afectivos, a fin de mantener al grupo unido y con el remo (todos) hacia la misma dirección.
Los mejores parabienes y éxito en este sendero deportivo. Son ustedes muchachos integrantes de O’Higgins quienes pueden brindarnos alegrías en tiempos COVID tan complejos para la ciudad. Ni la cuarentena, ni la distancia física ni la gradas vacías, harán olvidar este cariño irrestricto por la “Celeste”.