La selfie final en el mismo campo de juego, es la expresión corporal del feliz momento grupal y futbolístico que vive O»Higgins
No era un partido fácil, menos ante el conjunto que aún representa a Chile en copa Sudamericana. Si a eso se suma la interrupción por suspensión de dos partidos , el rendimiento era una incógnita en el estadio Sánchez Rumoroso.
Sin embargo, de principio a fin, el partido siempre fue «Celeste». Maciza actuación que ya no es una casualidad, sino más bien, una certeza palpable en los puntos y en la tabla de ubicaciones, ¿se comienza a alejar el descenso? No, y ni imaginar un relajo absurdo que otra vez acerque los fantasmas y haga sufrir a la fiel hinchada rancaguina.
Muy por el contrario, quizás ahora cambiaron los objetivos y se abre una voraz apetito por alcanzar a los de arriba, pero de ahí a imaginar que está a salvo de los potreros, solo sería una talla de mal gusto en tiempos de pandemia.
Frente a Coquimbo, la construcción del juego siempre fue fluida, con punteros rápidos y eficientes (Castro y Arancibia) un arquero que ataja y buen mozo (dijo una amiga) y un 9 que la emboca después de tanta crítica pretérita.
Dalcio encontró su 11 ideal y ya sabemos los nombres de memoria, Eso es señal de avance y solidez.
Regresan los abrazos y las risas, se juega con alegría y felicidad, esto es el fútbol más que una pasión, es la vida misma con altos y bajos