Los niños, niñas y adolescentes en cuarentena, si no son supervisados con cautela, se pueden convertir en el escenario perfecto para pederastas que esconden tras de una pantalla, por lo que la psicóloga infantojuvenil, María de los Ángeles Bonilla, entrega recomendaciones a los padres y tutores
Cuando entramos a una nueva semana de cuarentena para todos los estudiantes de nuestro país por orden del Ministerio de Educación, la forma en que muchos niños han decidido ocupar su tiempo ha sido a través de diversas plataformas y redes sociales como Netflix, YouTube, TikTok, Facebook, Instagram, entre otras.
Y es que claro, si bien algunas de estas redes sirven como vías de información para el público en general, también sirven como desconexión para quienes se sienten bombardeados de la información sobre el virus que nos afecta, las cifras de contagiados y muertos a nivel nacional y mundial.
No obstante, estas redes en el caso de los niños, niñas y adolescentes, si no son supervisados con cautela, se pueden convertir en el escenario perfecto para pederastas que esconden tras de una pantalla, dado que si bien siempre ha existido este riesgo, el denominado Grooming podría intensificarse al pasar tanto las posibles víctimas como los victimarios, un mayor tiempo en casa.
Qué es el Grooming?
Con todo lo anterior, cabe mencionar que el Grooming es definido por la PDI como: “la conducta realizada deliberadamente, con la intención de establecer una relación con un menor de edad, cuyo fin último es lograr un abuso sexual directo o indirecto. El sujeto a través de la seducción, puede mantener conversaciones de tipo sexual con un menor, hacer que se desnude frente a la webcam, enviarle fotografías de índole pornográfico infantil o fijar una reunión para conocerlos, entre otros.”, existiendo diversas campañas desplegadas para su prevención.
Considerando esto, además del contexto de cuarentena, en donde la mayoría de los niños, niñas y adolescentes se encuentran en su casa, es que muchas veces se deja a libre disposición el internet para que los niños se distraigan y así los adultos también puedan hacerlo, ya que no siempre estará toda la familia reunida haciendo actividades juntos, y cabe mencionar que durante 2019 la Brigada Investigadora del Cibercrimen (BRICIB) recibió 1077 denuncias e investigó 4124 casos en total, convirtiendo esta situación en una temática que debemos abordar con los niños, niñas y adolescentes de la casa, para evitar que ocurran o denunciar en caso de que algo esté pasando.
¿Cómo podemos abordar el tema?
Respondiendo a esta pregunta, la psicóloga infantojuvenil y Mg © en Psicología Educacional, María de los Ángeles Bonilla, perteneciente al Centro Médico Los Olivos de la ciudad de Coquimbo, señala que “en primer lugar, es necesario poner esta temática sobre la mesa y abordarla en una conversación familiar”. Para ello, indica, “hay que adecuar la información para cada grupo de edad, pero siempre explicando en forma cercana y amigable para su nivel de aprendizaje los riesgos que pueden existir en internet”.
Según comenta la profesional, “se sugiere el hablar de forma cercana y no punitiva dado que así se crea un ambiente de confianza para que los niños puedan contar lo que ocurre sin miedo o vergüenza en caso de que algo ocurra o esté ocurriendo”. Esto, “dado que debemos recordar siempre que cualquier situación de abuso, puede generar miedo y culpabilidad en las víctimas, siendo éste el objetivo de los abusadores para que no se devele lo que está ocurriendo”, agrega.
Además de lo señalado, Bonilla remarca el “tener control de lo que niños, niñas y adolescentes visitan en internet”, porque “si bien siempre hay que respetar el espacio del otro, se vuelve necesario bloquear páginas, canales o contenido que las familias no consideren aptas para los niños, o que representen un riesgo para éstos”.
Junto a ello, la profesional sostiene que hay que preocuparse por regular el horario de internet libre. “Muchas casas cuentan con Wi-Fi, por lo que se hace necesario controlar los horarios en los que los niños puedan acceder a éste y visitar sin supervisión cualquier sitio; de esta manera, se podría dejar abierto el Wi-Fi en los momentos en que algún adulto pueda supervisar la actividad que tienen los más pequeños”, esgrime la profesional.
Bonilla insiste en el respeto por el espacio del otro, pero de todas maneras “se requiere de una supervisión del contenido que suban a sus redes sociales, sean éstas fotografías o información personal”. Asimismo, la profesional insta a “mantener los perfiles de redes sociales en modo Privado y no Público, lo que se sugiere dado que el contenido que suban debería ser compartido sólo con cercanos y no con personas extrañas que pudiesen dar un mal uso a esto”.
Adicionalmente, Bonilla sugiere preguntar y verificar los amigos que tienen los niños y niñas en sus redes sociales, “ya que muchos niños, niñas y adolescentes agregan a personas que no conocen a sus redes y conversan con ellas sin saber quiénes son realidad para obtener un mayor nivel de seguidores y popularidad entre sus amigos”.
Otro punto destacado por la psicóloga es evitar que la cámara del computador que utilicen esté libre y controlar las videollamadas. “Se sugiere tapar con algún papel o pegatina la cámara del computador, dado que existen diversos pederastas que, fingiendo ser amigos o amigas, piden fotos, videos o videollamadas, presionando a que sean entregadas imágenes”, sostiene.
Finalmente, Bonilla señala que es necesario solicitar que el uso de internet sea llevado a cabo en espacios comunes de la casa. “De esta manera se puede apreciar si se están enviando fotos, si ejecutan alguna videollamada o algo que pueda poner en riesgo a los niñas, niñas y adolescentes”, asegura.
Según recalca la profesional, “todo lo anterior debe siempre ir acompañado de una conversación cálida que invite a la confianza y que no sea visualizada como exceso de control o violación a la privacidad, sino como instancias de protección a cada miembro de la familia”.
¿Qué hacer en caso de sospecha de que algo ocurre?
Si es que existe sospecha, ya sea por comportamientos extraños, que los niños se encierren en el baño a hablar por teléfono, pesadillas o miedos, “se debe hablar con ellos y preguntas qué ocurre en diversos ámbitos de su vida, tales como familiar, escolar, social, entre otros, y en el caso de los más pequeños se sugiere que hagan dibujos en que pueden expresarse”, comenta la profesional.
En caso de que la sospecha se mantenga, pero el niño se mantenga resistente a contar lo que ocurre, se sugiere consultar con algún especialista que pueda indagar la raíz de dichos comportamientos, dado que en caso de confirmar cualquier sospecha, éstos se encuentran en la obligación de denunciar. Asimismo, “si se aprecian indicios, el niño comenta algo o se tiene alguna prueba, se debe acudir directamente a la PDI, quienes orientaran sobre los pasos que se deben seguir”, puntualiza Bonilla.