El edil almorzó con el encargado del centro y con algunas de las personas que diariamente vienen al lugar el municipio comprometió ayuda para esta obra altruista
Una oportunidad. Son muchos los casos en que las personas caen en flagelos sociales y lo único que buscan es: una oportunidad. Para entregar este tan necesario apoyo, desde el año 2015 está trabajando en Rancagua la Fundación Refugio, una iniciativa altruista que busca rehabilitar a los vecinos que han caído en enfermedades sociales como la drogadicción o el alcoholismo.
Ubicados en la calle Héctor Olivares, atrás del Molino Koke, la fundación utiliza un amplio terreno entregado por la Municipalidad de Rancagua en comodato el año 2015. En el lugar han construido una capilla, un comedor abierto, espacios de descanso y piezas que albergan a aproximadamente 40 personas que trabajan en su rehabilitación. Además de los internos, diariamente reciben a cerca de 100 personas que van a comer a su comedor abierto, una gran ayuda para las personas más necesitadas.
Para interiorizarse del trabajo realizado por el pastor José Vera y su equipo, durante la tarde del jueves 18 de abril, un día antes del Viernes Santo, el alcalde de Rancagua, Eduardo Soto, visitó el comedor abierto donde almorzó con el encargado y los visitantes. En la oportunidad el edil rancagüino comprometió un aporte extra para continuar esta gran obra filantrópica.
“Actualmente residen 40 personas que están trabajando con su adicción, y también trabajamos con un comedor abierto que va supliendo la necesidad de alimento de muchos; atendemos entre 80 y 100 personas de lunes a viernes. Nuestro trabajo constante es poder facilitar la vida de las personas que están en abandono o lo están pasando mal en tiempo de frío o de escasez laboral, acá siempre podrán tener un plato de comida y un apoyo para salir de los momentos críticos”, señaló el encargado de la Fundación Refugio, José Vera.
En el centro se tratan adicciones como forma de rehabilitación, pero también se prepara a las personas que llegan para que puedan enfrentar nuevamente a la sociedad, que muchas veces les cierra las puertas. De acuerdo a Jocelyn Luna, psicopedagoga de la Fundación Refugio: “nuestro trabajo en la Fundación Refugio es detectar las necesidades educativas de las personas que están acá y trabajar con la nivelación de estudios para que ellos puedan acceder a una inserción educativa en su proceso de reinserción a la sociedad”.
“Yo llegué en condición de calle, topando fondo por el alcohol. Lo principal que me han entregado acá es mucho amor, mucha dedicación, mucha preocupación por mí; incluso al principio me llevaban la comida a la pieza. Yo había perdido la fe y esta era mi última esperanza, afortunadamente estoy saliendo adelante”, indicó uno de los residentes, Patricio Suazo.